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El sentido de la vida en los jóvenes

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Importa mucho ayudar a los jóvenes a descubrir qué es lo que quieren, auxiliándoles en el conocimiento de los valores que le dan sentido a la vida.

Aun cuando algunas corrientes de pensamientosostienen que los valores son realidades subjetivas, es innegable el carácter objetivo de los mismos. Un valor es un ideal objetivo que no depende de la opinión y apreciación de cada uno. Por señalar algunos: la libertad, la amistad, la honradez, la lealtad, la responsabilidad, la fortaleza, el amor, son valores aunque la mayoría dejara de considerarlos.

Un motivo es un valor interiorizado, luego, cuando se interiorizan los valores se convierten en motivos serios de la conducta humana, favoreciendo el entendimiento de uno mismo y de los demás, animando a establecer metas valiosas en la vida, a encontrar sentido a todo aquello que se hace, a actuar con responsabilidad, a resolver conflictos.

Conviene atender, también, a aquellas necesidades humanas concretas que surgen en cada etapa de la vida que, a su vez, tienen relación con un tipo de valores.

En la tercera infancia aparecen las «necesidades sociales». El niño necesita pertenecer a un grupo de compañeros. En esta época se obra en función de valores sociales como la camaradería, la generosidad y la solidaridad.

En la adolescencia surgen las «necesidades del yo». Ahora le importa mucho ser alguien y digno, ante él y los demás. Obra en función de valores afectivos, comprensión, confianza. Debe aprender a distinguir la amistad de la complicidad por ser opuestas. El amigo, es capaz de dar la vida por uno. El cómplice, de quitarle la vida a uno.

En la juventud se dan las «necesidades de autorrealización». Se plantea la vida como realización de proyectos. Quizá sienta malestar e insatisfacción en la búsqueda de la autenticidad ante una existencia superficial. Sin embargo, llega el momento en que toma conciencia de sí, descubre sus verdaderas aspiraciones, conoce sus cualidades y límites, y los acepta, manteniendo relaciones auténticas con los demás.

Necesita poner los medios necesarios para descubrir el sentido de la vida, encaminando su conducta en función de valores. Por ejemplo, acercándose lo más posible a la verdad, a la belleza y a la bondad, para orientar sus pasos hacia la sabiduría, la armonía y la felicidad. De no hacerlo, acabará engañándose con falsas expectativas que sólo le provocarán vanas ilusiones. Una pseudociencia, una pseudolibertad, una liberación ingenua de la sexualidad, peligrosísimas en esta edad, pueden hacerlo presa fácil de la manipulación, encauzándolo al «vacío existencial».

Si confunde libertad con espontaneidad; liberación con independencia; verdad con lo útil o placentero; sinceridad con falta de pudor; bien común con intereses individuales; amor con sexo, corre el riesgo de equivocar el camino, incurriendo en el “confusionismo de los valores” tan extendido en la sociedad de hoy.

Es necesario advertir que unos valores valen más que otros con objeto de jerarquizarlos. Entre los valores rectores de los demás, hay que distinguir los valores religiosos y los morales.

Si no encuentra los valores verdaderos, tiene muchas posibilidades de caer en la «frustración existencial», quedando su existencia desposeída de un significado que la haga digna de ser vivida. Si a esto se agrega la imperante sociedad del bienestar, y la ociosidad, se alejará cada vez más del bien ser, provocándole sensación de inutilidad. Esto lo puede afrontar por vía de evasión o de superación. Evadiéndose (activismo, velocidad, confort, alcohol, drogas, sexo, etc.) no sólo no resolverá nada, sino lo incrementará. Sólo la superación es el camino acertado; procurando crecer en valores auténticos, a nivel humano y a nivel sobrenatural, encontrando así el verdadero significado de su existencia.

Juan Pablo II aconseja a los jóvenes diciéndoles: «La juventud como superación, como crecimiento en valores, responde a lo que es la vida humana. La vida es una prueba; es la gran prueba del hombre; es una prueba de carácter ético. Esto es precisamente lo que hace que la vida tenga sentido para el hombre».

José Antonio López Ortega Müller

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