Por: O.F. Ma. Teresa Magallanes V.
La educación de los jóvenes en estos aspectos es tan importante como que de ello puede depender su felicidad futura, y no sólo la suya, sino también la de su futuro matrimonio y familia. Lo primero que habrá que hacer es esclarecer los tres conceptos enunciados en el título de esta nota técnica.
1. EL AMOR
Los jóvenes suelen tener una idea muy peculiar de lo que es el amor. Muchos lo identifican con el sexo, si son hombres, o con el puro sentimiento si son mujeres. Pero, aunque un tipo de amor tiene que ver con el sexo —el amor conyugal—, y aunque todo amor involucra al sentimiento, ambas ideas sobre el amor son inexactas e incompletas.
Es muy importante aclarar que hay muchos tipos de amor que no tienen nada que ver con el sexo. El ser humano, por ser sexuado, en todo actúa siempre desde su ser personal sexuado, es decir como persona-hombre o como persona-mujer. Sin embargo en la mayor parte de sus relaciones amorosas, no ama a la otra persona por ser diferentemente sexuada, sino únicamente por ser persona y además por el vínculo, o relación, que le une a ella. Por ej.: el papá ama a su hija, pero no la ama como mujer y por ser mujer, sino que la ama por ser persona y por ser su hija. Lo mismo se puede decir a la inversa. El hijo no ama a su madre como mujer sino como persona-mamá y viceversa.
Lo mismo ocurre en la amistad. Ese tipo de amor es asexual. Se pueden tener amigos del mismo o del otro sexo. Hay que reconocer que la amistad entre distintos sexos puede transformarse en cualquier momento en un amor distinto, en amor entre hombre y mujer, que ya no se ven sólo como amigos porque comienzan a incluir en su amistad original el interés por el otro en cuanto diferentemente sexuado.
Entonces, ¿qué es el amor? “El amor es un movimiento unitivo radical de la persona con el bien”. Según esta definición, cuando una persona identifica a otra como un bien para sí, en ella surge, desde el fondo de su ser, la tendencia a buscar la unidad con ese “bien” (o su posesión). Ese movimiento abarca al sentimiento y, más radicalmente, a la voluntad. En el sentimiento, la persona es un sujeto pasivo, —el sentimiento le “sucede” sin su permiso— la persona es movida por él, en cambio, el movimiento voluntario es originado de manera libre por la persona del que ama. De ese movimiento, la persona es sujeto, es protagonista, no le “sucede”, aunque el sentimiento intervenga. En el amor entre hombre y mujer, interviene además la tendencia sexual que genera una atracción entre uno y otra. La mayor parte de las veces, esa tendencia es lo primero que interviene en el despertar del amor entre ellos.
Conviene además aclarar que el amor tiene dos vertientes, una que implica el ver a la otra persona como un bien “para mi”, y la otra que consiste en ver a la otra persona como un bien en sí misma y tender a desear y querer para ella el mayor bien posible, al grado de estar dispuesto a ser “yo” el bien de ella, o incluso a buscar su bien aunque ese consista en que yo me haga a un lado. Generalmente ese tipo de amor lo viven bien los padres respecto de sus hijos. El padre o la madre, que ama a su hijo, estarán dispuestos a negarse a sí mismos, por ej.: a separarse de él, con tal de favorecer la felicidad o el bien del hijo. En el amor entre hombre y mujer, es más difícil encontrar este tipo de heroísmo, aunque puede llegar a darse, y ocasiona un enorme sufrimiento en quien renuncia al otro con tal de que el otro logre su felicidad.
En el amor de quien ve al otro como “algo” conveniente para sí, estamos ante un movimiento que no es propiamente amor, sino puro egoísmo. En quien ve en el otro a alguien, que no es un simple medio sino una persona, en quien podría encontrar la propia felicidad quedan aún muchos rastros de egoísmo, aunque es una forma natural del surgimiento del amor, una primera etapa del proceso amoroso. Pero cuando el amor ha madurado, sin dejar de considerar al otro como aquel que me podría hacer feliz, empieza a preocuparse más por la felicidad y el bien del otro que por los propios, estamos ante un verdadero amor.
En la educación de los jóvenes es necesario enseñarles a distinguir estas cuestiones para que sepan identificar qué es lo que existe entre ellos, cuál es su tipo de amor, en qué etapa del proceso se encuentran o, en todo caso, si lo que hay entre ellos es simplemente atracción sexual. Entre los jóvenes de hoy, la idea de que lo más importante es “la química” que puede haber entre ellos ha alcanzado mucha popularidad. Sin embargo, si basan su juicio acerca de la viabilidad de una relación solamente en eso, lo más probable es que no acierten en la elección de su futuro cónyuge. ¿Qué es la famosa “química”? No es otra cosa que la identificación que una persona encuentra con otra por corresponder al tipo de hombre o de mujer que tiene establecido como el adecuado. Generalmente tiene que ver con el tipo o apariencia física, pero sobre todo con el perfil psicológico de la otra persona que se descubre como atractivo por ser adecuado o complementario al propio perfil de personalidad.
Se puede decir que no existe química entre un hombre y una mujer cuando uno siente atracción por el otro pero al otro no le sucede lo mismo. Esto quiere decir que cuando coincide entre ellos lo que cada uno busca y espera encontrar en la otra persona, se da la química. Sin embargo, la importancia que le dan los jóvenes a esto es excesiva, ya que puede ser que en una pareja de jóvenes, que no encuentran química entre ellos, luego de tratarse el tiempo suficiente surja un amor verdadero que genere, con creces, lo que al principio parecía faltar.
(En la próxima entrega: El noviazgo)