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«La felicidad es la contemplación amorosa de lo que amamos»

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ImagenEn el sexto aniversario del fallecimiento de nuestro querido Dr. José Antonio López Ortega Müller, cofundador de nuestra institución y esposo de nuestra directora María Teresa Magallanes, les queremos compartir éste, su último mensaje a los radioescuchas del programa «Todo México somos hermanos»:

«Un mensaje para todos los radio escuchas, porque creo que es conveniente que establezcamos con ustedes algo que pudiera serles de utilidad. Y creo que lo que más, en este momento, pudiera servirles es el que puedan descubrir ustedes el sentido de la vida.

El proyecto vital se perfila cuando se encuentra la verdad, que va a inspirar los propios ideales, esperanzas y expectativas. Hay características en el mundo actual, que podríamos decir que va corriendo desaforadamente hacia ninguna parte, porque no sabemos hacia dónde estamos dirigiendo nuestros pasos. Se desconoce de dónde vengo, quién soy y a dónde voy.

No sabemos qué mundo queremos para nosotros y qué mundo queremos para los nuestros. Y pues todo esto nos debe llevar a considerar que tenemos que ser una persona que esté en constante disposición para encontrar ese proyecto vital, y ésta es una buena oportunidad para pensar en ello.

La madurez en una persona consiste en conocer, asumir y recorrer la distancia que separa el ideal de su realización. Dentro de la vida tenemos, generalmente, dos posturas: una, optimista y constructiva, y la otra, pesimista o pasiva.

Un buen proyecto vital y una vida bien planeada, pues, hace que nosotros tengamos mucho que ver con el tema de las convicciones que mueven al ser humano a la realización a largo plazo, teniendo claro el fin que se pretende.

Esto nos debe de llevar a considerar el camino que debemos de tener para dirigir nuestra vida, dándole un sentido. Las convicciones contienen las verdades inspiradoras de nuestro proyecto vital. Con ellas se perfecciona el “arte de vivir”.

Todo esto, indiscutiblemente, exige de una tarea o trabajo que hay que realizar. La propia vida humana puede concebirse como “la tarea de alcanzar la felicidad”, tiene la estructura de la esperanza, pues ésta se funda en la expectativa de alcanzar en el futuro el bien amado, aun cuando pueda ser difícil y haya que hacer gran esfuerzo para conseguirlo.

El sentido de la vida aparece, entonces, como una tarea que hay que realizar para alcanzar ese bien.

Para esa tarea se distinguen varios elementos fundamentales. Uno de ellos es la ilusión, es decir, la realización anticipada de nuestros deseos y proyectos. Proporciona optimismo y nos impulsa hacia adelante. Su ausencia, la ausencia de la ilusión, provoca el pesimismo y la parálisis de la acción, pues suprime la esperanza de alcanzar lo que se busca, al declarar que no es posible, que no hay nada que hacer.

La ilusión produce alegría, nos induce a querer ser más de lo que somos, es el requisito para el verdadero crecimiento humano. Es una motivación para actuar.

En segundo lugar, pudiéramos decir, la tarea necesita un encargo inicial, es decir, una petición de que la llevemos a cabo, una orden que nos ponga en marcha, una visión que nos sea encomendada. Los proyectos vitales son muchas veces fruto de una llamada que alguien nos hace para que los asumamos, puesto que la vida humana no se construye en solitario. A esta tarea corresponde la pregunta: ¿qué tenemos qué hacer?

En tercer lugar, la realización de los ideales, que exige una creatividad, una inventiva para encontrar el camino. Los recursos siempre resultan escasos para la tarea que queremos llevar a cabo. Surge así una ayuda acompañante que proporcione nuevos recursos para atender a las necesidades que van surgiendo al llevar adelante la tarea.

En cuarto lugar, toda tarea humana encuentra dificultades y conlleva riesgos. Lo más normal, entonces, es que encontremos adversarios, es decir, personas que se opongan a aquellas actividades que estamos realizando; o la paralizan o dificultan aun sin proponérselo.

Las dificultades de la tarea son connaturales a ella. Cuanto más alta es la empresa que estamos llevando a cabo, mayores son esas reacciones. Sabemos que hay muchas formas de realizar la verdad o de rechazarla y aquí se experimentan.

En quinto lugar, el bien futuro que pretendemos no es para nosotros solos. El fin de la tarea es llegar a donde queríamos, conseguir el fruto, el resultado.

La esperanza es incompatible con la soledad. En toda tarea, no cabe duda que hay un beneficiario, una persona distinta al sujeto que la realiza, que recibe los beneficios que produce. A él se le otorga el fruto de nuestros esfuerzos. Alguien sale ganando.

La plenitud de la tarea es que el fruto repercuta en otros, que nuestro esfuerzo se perpetúe en forma de don y beneficio para los demás, para las instituciones y la sociedad.

Podríamos dar una definición del sentido de la vida: sería la percepción de la trayectoria satisfactoria o insatisfactoria de nuestra vida; es decir, alcanzar a ver a dónde lleva, tener una percepción de su orientación general y de su destino final.

Entonces, una de las cuestiones interesantes es tener una tarea que nos ilusione ¡y enfrentarnos con verdades grandes!

¿Qué tanto nos importa la verdad?, podríamos preguntarnos. El tener la respuesta ayudará a encontrar el camino. Y, digamos, reconocer cuáles son los valores verdaderamente importantes para nosotros. También podríamos preguntarnos, ¿por qué y para qué estoy aquí?, ¿por qué y para qué existo?, ¿qué debo hacer?

La felicidad consiste en alcanzar la plenitud, la cual está en el fin, que es lo primero que se desea, y lo último que se consigue. Uno es feliz cuando llega a un lugar largamente deseado y ya no tiene que ir a ningún otro, entonces, puede descansar, porque no hay tareas pendientes. La felicidad es la contemplación amorosa de lo que amamos.

Este es el mensaje que yo quisiera dejarles en esta ocasión.»

Un pensamiento en “«La felicidad es la contemplación amorosa de lo que amamos»

  1. Graciasportoda su entrega, por todo elbien quedifundió. Un sincero abrazo a toda su familia y nuestra oración

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