La educación familiar debe abarcar todos los aspectos del desarrollo de los hijos para prepararlos para una vida feliz. La educación en el buen uso del dinero no es la excepción.
Hay que partir del principio “El dinero no es un fin es sólo un medio”. Si logramos que los niños entiendan esto habremos dado el primer paso en su educación económica o financiera.
¡Qué duda cabe de que el tema del dinero puede ocasionarnos muchos problemas!, sobre todo si no se educa adecuadamente.
Los padres son quienes deben educar a sus hijos en el uso del dinero, enseñándoles desde pequeños, con la palabra y el ejemplo, cuatro cosas: a ganarlo, gastarlo, ahorrarlo y darlo.
1. Ganarlo: Los padres debemos enseñarles que “el dinero se gana trabajando”. Con esto están educando en los valores de la honestidad, la responsabilidad y la laboriosidad. La vida familiar ofrece oportunidades propicias para esta educación. Los papás pueden asignar a sus hijos algunas labores extraordinarias con una retribución económica. Por ejemplo: pintar alguna habitación, lavar las ventanas o el coche, podar el pasto, etc., algo que no es su obligación habitual. Habrá que dejar claro a los niños que no todo lo que hagan merece pago, sino sólo lo extraordinario. Conviene también que los papás den a los niños alguna pequeña cantidad de dinero sin que éstos tengan que hacer nada para obtenerlo.
2. Gastarlo: Es muy importante enseñar a los niños a usar bien el dinero de que disponen, en primer lugar para lo necesario, en segundo para lo conveniente y en tercero para lo superfluo, siempre que no sea algo nocivo.
Para empezar hay que dar a cada hijo una pequeña cantidad, si son muy pequeños sólo para comprar alguna golosina los domingos, (4 a 6 años). Cuando van a la primaria hay que darles un poco más de dinero para toda la semana pero con la instrucción de que les tiene que alcanzar para comprar algo a la hora del recreo, así como lo que les haga falta, por ejemplo: reponer el lápiz que se les terminó o el sacapuntas que extraviaron. Una semana es un plazo adecuado ya que a esa edad aún no tienen una idea apropiada del tiempo.
Conforme crecen, habrá que aumentar la cantidad de dinero que se les da para que lo administren, en plazos más largos y para satisfacer otras necesidades. Por ejemplo, si van a la secundaria, deben usar el dinero que se les da quincenalmente para útiles escolares, transporte, peluquería, etc. En realidad son gastos que los padres tienen que hacer por los hijos, pero es más educativo que ellos aprendan a usar el dinero que les dan sus papás, encargándose de cubrir esas necesidades.
Sería muy bueno que cuando los hijos ya van a la universidad, sus padres sigan cubriendo sus necesidades, pero los jóvenes empiecen a pensar en algún trabajo honrado que, sin que descuiden sus estudios, les pueda generar un ingreso extra para obtener diversos bienes que sus papás no pueden, o no tienen la obligación de pagar.
3. Ahorrarlo: También es importante enseñar a los hijos a guardar alguna parte del dinero que reciben de sus papás, tal vez para algo que quieren tener que les haga mucha ilusión, que no sea un bien estrictamente necesario y que los padres no puedan o por la razón que sea decidan no comprar. Es muy educativo que los niños entiendan lo que abarca la responsabilidad de los padres y lo que no es su obligación. Los papás deben cubrir todas las necesidades de sus hijos; si sus recursos les alcanzan pueden darles cosas que no son necesarias, pero no están obligados a ello.
Esto deja un margen para que los hijos piensen en la necesidad de ahorrar del dinero que reciben para obtener cosas buenas que sus papás no les darán. A futuro, ese hábito del ahorro, sobre todo cuando no se trata de acumular dinero sin sentido (cosa que haría de los hijos unos avaros), sino de ahorrar para bienes que se quieren obtener en el futuro y para emergencias que pueden surgir y para las que conviene estar preparados.
4. Darlo: Conviene también que se enseñe a los hijos a dar de su dinero, tanto dentro de la familia, por ejemplo comprando algún detalle o regalo para un hermano, sus papás, o para ayudar a personas necesitadas. Es bueno que entiendan que de todos los bienes que tenemos somos administradores y que los que tienen necesidades básicas no resueltas son candidatos a recibir de lo nuestro. Con esto se educa la virtud de la generosidad, como expresión del amor entre los seres humanos, que favorece la sana convivencia y produce enormes satisfacciones a nivel de la afectividad. “Da más alegría el dar, que el recibir”.
O.F. Ma. Teresa Magallanes Villarreal
Centro de Ciencias para la Familia LOMA